De los ponentes de la pasada Cumbre de Comunicación Política, celebrada en Quito, uno de los expositores más conocidos, al menos para los ecuatorianos, fue el expresidente Rodrigo Borja. En su conferencia “Introducción a la Revolución Digital y Política”, que estuvo fuera del programa de la Cumbre, Borja habló sobre el dinamismo actual de la producción de información, la predominancia de la cultura audiovisual, la “mcdonalización” de la cultura mundial, y la videopolítica.
La videopolítica, según Borja, es el resultado del influjo de la revolución digital sobre la política; la informática, conjugada con la televisión, nos habría conducido a una subcultura de las imágenes, en la que la inteligencia es suplantada por la telegenia de los actores políticos y las tesis por los slogans.
El término videopolítica puede resultar novedoso. Cabe mencionar que en 1992, el politólogo italiano Giovanni Sartori ladefinió como: “un reflejo, pero también espejo del videopoder más general, que es el poder de la imagen”, en su libro Elementos de la teoría política. Un año después, Sartori resaltaba en La democracia después del comunismo, las características negativas de una cultura influenciada por las imágenes, en la que “el ojo se come a la mente: el puro y simple ver no nos ilumina en absoluto sobre cómo enmarcar los problemas, adecuarlos, afrontarlos y resolverlos. En realidad, sucede lo contrario: todo pierde su proporción y tampoco se comprende qué problemas son falsos y cuáles, verdaderos”. Este autor italiano reconoció que el video, el material audiovisual, tienen efectos cognitivos mayores que la palabra, y que por esta razón, es más fácil influir y uniformizar la opinión de los espectadores mediante la televisión.
Rodrigo Borja afirmó en su charla que en la vida política de hoy, no triunfa el mejor pensador, sino el mejor histrión. Para el expresidente, la oratoria de otros tiempos era electrizante y estaba cargada de ideas. La oratoria de circuito cerrado, como la llama, pertenece a la academia: es fría, elegante, útil, y debe ser expresada en los términos indicados, por complejos que sean. A esta idea de oratoria, Borja contrapone la oratoria de masas, que lleva una gran carga emotiva: es persuasiva, compuesta por conceptos y palabras simples. Por último, Borja mencionó otro tipo de oratoria: la de los medios de comunicación. Ésta última se hace en la pantalla de televisión, con maquillaje y efectos audiovisuales y, para suplirlas “deficiencias culturales y expresivas” de los políticos invitados, se usan aparatos electrónicos como el teleprompter. En este punto, Borja criticó con energía el empleo de este dispositivo electrónico: con él, los políticos actuales cometen “fraude electrónico” ya que se presentan como líderes políticos con habilidades – elocuencia, memoria, razonamiento- que no tienen.
Ahora, cabe preguntarse si las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) son tan dañinas para la política como afirma Borja. La tecnología, con todas sus ventajas e inconvenientes, ha cambiado para siempre las formas de debate, convencimiento, y gobierno. Hoy las discusiones son televisadas, las encuestas y los sondeos de opinión han reemplazado, en parte, a los debates en las plazas públicas y al contacto personal que los ciudadanos habían mantenido hasta ahora con los políticos.
Un caso significativo de la incursión de la Internet en una campaña política fue la ahora extinta página Web del actual Primer Ministro de Reino Unido, David Cameron. En 2007, antes de las elecciones parlamentarias, el candidato conservador Cameron lanzó webcameron.org.uk donde puso a disposición de los internautas videos de sus viajes, conversaciones y discursos. Además tenía una sección para que sus visitantes le hicieran preguntas sobre su campaña y sus propuestas políticas. En uno de los videos –que se dice que tuvo un montaje cuidadoso- Cameron aparecía lavando la vajilla en la cocina de su casa y saludando a los espectadores.
Cameron no dudó en acercar su mundo a sus seguidores en la Internet, mostrando una imagen más informal de sí mismo, como una persona no muy diferente al ciudadano común. Con este ejemplo, se nota que, actualmente, la estrategia para construir la imagen de un candidato político tiene que estar más en sintonía con el público y que, además, se puede valer de la inmediatez de las redes sociales como twitter y facebook, y de la facilidad de transmitir videos y audios en directo online. El debate político ahora no solo es televisado, no solo responde a los medios audiovisuales; también engendra un intercambio de ideas escritas, ya sea a través de blogs o páginas web. En la Internet, el discurso político tiene una retroalimentación constante.
¿Se puede seguir hablando de la videopolítica como la única manera de enviar mensajes políticos al público? ¿O es que hemos evolucionado a otra manera de hacer política, una que regresa a la cultura escrita y a la discusión más directa con nuestros representantes, gracias a la Internet y a las redes sociales?
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